Escrito por: Salomón Acosta
Editado por: Rocío Rosero
Hace poco cambiamos la estructura de una organización de más de 500 personas. Analizamos sus 16 direcciones: desde Avalúos y Catastros hasta Planificación Institucional y Talento Humano, incluyendo Obras Civiles, entre otras.
Sorprendió ver lo encontrado: Gente tremendamente comprometida, sepultada en una cultura de ineficiencia y ningún empoderamiento. La situación fue igual que en una empresa privada, pero con más gravedad, terribles vicios: Falta de comunicación y cooperación entre áreas que se culpan unas a otras y no toman los problemas en sus manos con responsabilidad.
¿Cómo puede un líder tomar una estructura de más de 500 personas y manejarla?
Primero, hacer que sus procesos impliquen compartir conocimiento y hacer que existan espacios de pensamiento estratégico multi-departamental y multidisciplinario, iluminado con la luz del conocimiento generado y compartido por todos los involucrados. En este caso es conocimiento del territorio, de los recursos, de las poblaciones, de los medios de producción, de las herramientas, entre otros. Sin embargo, el conocimiento más básico es el de uno mismo, y, en una organización, es su flujo interno de pedidos y solicitudes, las cuales deben ser programadas dentro una “pizarra” de tareas para que el encargado del área tenga control sobre las tareas de su personal, caso contrario, se traspapela y se muere toda buena intención.
Luego del análisis de procesos, teorías de cola y matrices de carga de las actividades en las líneas de servicio, lo más importante es lo más básico: el conocimiento y ¿cómo se lo comparte para hacerlo más rico? Este circula a través de la palabra en las reuniones compartidas, se crea en las mentes de muchos y, el hecho es claro, son las personas las que generan el cambio. No es posible que pocos generen y preserven culturas mediocres si la mayoría puede ser mejor y varios pueden liderar el cambio. Las herramientas son importantes siempre y cuando haya quien las maneje bien, si no, también ese potencial será despreciado.
Esta experiencia me hizo recordar el libro “From Good To Great” de Jim Collings. “Que se suban al bus los que quieren estar, los que no, son libres de bajar”. Existe un tremendo potencial en nuestro país que se está desperdiciado. Nuestras organizaciones sociales: gobiernos y empresas, requieren ¡a gritos! de líderes que puedan generar valor, es decir, competitividad empresarial y empleo desde el lado privado y buenos servicios desde el lado público
Estoy convencido que si se puede…. Lo sé, porque lo hemos hecho y lo estamos haciendo, pero es necesario más personas lo hagan y con mayor alcance.