En estudios realizados para agencias internacionales que trabajan en temas de movilidad humana, encontramos que la mayoría de las personas de nacionalidad venezolana que trabajan en los semáforos de nuestro país, son profesionales que teniendo años de formación y estudio, se dedican a la venta informal de productos en los semáforos.
¿Qué les llevó a dejar su vida y tomar la dura decisión de salir de su país? La respuesta resulta obvia: La falta de garantías y seguridad, aquí surge otra pregunta ¿por qué? Esta respuesta se centra en la “economía” que, abarca más factores. Una economía destruida que dificultaba el acceso al alimento, a la salud, a la educación y a la vivienda, impactan en las personas para tomar decisiones de emigrar; muchos de ellos, pese a tener dos trabajos u oficios, los llevó a apostar todo en su camino al Ecuador.
¿Ecuador gana o pierde con estas olas de inmigración? Pensemos en el perfil que tienen: Muchas de estas personas están dispuestas a hacer lo necesario para salir adelante, con estudios universitarios, que han escogido a Ecuador como su lugar de residencia para establecerse y educar a sus hijos. Parecería que solo les hace falta una oportunidad.
Esta población, tiene una clara visión del mercado laboral ecuatoriano, sabe que el COVID-19 ha dejado sin empleo a muchos ecuatorianos, lo que dificultará aún más, que ellos puedan tener acceso a una plaza laboral formal, al corto y mediano plazo; además, el trabajo informal que, muchos de ellos, realizaban en la calle se ve afectado por las nuevas normativas municipales y el distanciamiento social, lo que los lleva a plantearse nuevas alternativas de supervivencia, como el emprendimiento.
Las reglas del emprendimiento son claras, uno gana lo que trabaja y venda, y si logra algo de éxito, lo puede reinvertir para obtener más. La suerte es simplemente una mezcla de conocimiento, esfuerzo, contactos y capital. En el caso de estas familias venezolanas, los dos primeros aspectos: conocimiento y esfuerzo, están dados, esto es, tienen la preparación y la visión que les permite abordar, desde una perspectiva proactiva y propositiva al emprendimiento, están dispuestas a dar todo su esfuerzo; saben que están apostando su vida. Lo que necesitan es poder acceder a la red de contactos y al capital, desde donde puedan desarrollar su negocio propio.
Si nosotros como ecuatorianos logramos ver más allá del discurso discriminador y xenofóbico con el que se ha tratado a la población venezolana, es una gran oportunidad para el país. Estas familias que están dispuestas a jugarlo todo, que se han aventurado y están deseosas de arriesgarse en emprendimientos que, de dar resultados, serán generadoras de empleo y recursos para nuestro país. Si no puedes ayudarlos, no los estorbes. Los pequeños emprendimientos pueden llegar a ser grandes empresas, y quien sabe, tal vez en un futuro, no tan lejano, sea un empresario/a venezolano/a residente en el Ecuador, nuestro próximo empleador/a.
Escrito por: Katia Landin y Salomón Acosta
Editado por: Rocío Rosero